viernes, 16 de mayo de 2008

66,6%


Apostó el estado de ánimo de sus próximos días
a dos horas de un viernes a la tarde.
Aún consciente de sus defectos desbordó sus pulmones de expectativas
que fue derramando a lo largo de la función.

Por querer alimentarse de miradas cómplices
casi muere de inanición.

Se sintió más mediocre y mínimo a cada instante,
la magia acumulada se perdía
y sentía la luna congelada clavándose en su diafragma.

Memorizó la despedida helada y
se sintió tan imbécil e impotente
que no le alcanzó con humillarse y denigrarse.
Bastardeó su propio arte
y se arrepintió del error repetido.

Seamos sinceros,
está muy lejos de estar enamorado.
Sin embargo, expone sus sentimientos
a la posibilidad de un vuelo acompañado.

Está tan confundido que tarda en escribir.
Contamina su literatura.

Sueña, iluso, con hojas acariciando el pavimento,
con las cosquillas que el arco le causa al violín,
con amor retribuido,
con libros dedicados,
con aprovechar los dos tercios de vida que le queda.

Tratando de evitar el hastío ya conocido
se propone una perspectiva optimista
aunque aún no la encuentra.

Hoy se maltrata,
pero, al mismo tiempo,
se llena los bolsillos de caramelos como el hombre del pincel y la vida gris.

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